¿POR QUÉ NO CAMBIAMOS?

Tenemos miedo al cambio y a la vez lo deseamos. Queremos, ansiamos que las cosas cambien, que dejen de ser lo mismo, pero a la vez el temor de que eso ocurra efectivamente nos bloquea. Queremos y no queremos. Vivimos instalados en un antagonismo del que nos resulta difícil salir. La fuerza que nos impulsa al cambio surge de una expectativa, de la esperanza de que nuestras perspectivas se abran y mejore nuestra situación personal. Todos compartimos la misma aspiración, no importa cual sea el color o el credo, todos, insisto, queremos estar bien y no mal, perseguimos la felicidad y huimos del sufrimiento. Y en ese sentido esa expectativa es legítima, por lo que tendríamos que preguntarnos ¿por qué razón entonces nos resistimos a cambiar? Cambiar comporta un esfuerzo. Tal vez usted necesita aprender una nueva habilidad para desenvolverse exitosamente en un ambiente que no conoce, o precisa realizar alguna actividad nueva en la que no se siente seguro porque cae fuera...