"El camino que sube y el que baja es siempre el mismo camino". En cualquier vida que observemos hay pliegues, hendiduras por las que se filtra la realidad haciéndonos conscientes del camino que se está transitando en ese momento. Hay caminos rectos o zigzagueantes, áridos o de un verde que eclosiona, pequeñas cuestas y altas cimas, desfiladeros y atajos, giros sinuosos a un lado y al otro, callejones sin otra salida que por donde se entró, lugares desconocidos en los que el asombro sucede a cada paso,... La experiencia del camino comporta un trasiego de emociones cambiantes que nos espolean para ir en una u otra dirección. Tomamos distancia de aquello que nos encoge el corazón, a veces no existe esa opción o sencillamente es optar por el camino más cabal y nos hemos de despedir de aquello que amamos empujados por la necesidad, cualquiera que sea ésta. Esa elección supone inicialmente realizar una esfuerzo para superar esa circunstancia que es vivida como