CUANDO ALGO NOS CAUSA UN GRAN MALESTAR
Algunos obstáculos desaparecen
solos mientras que otros no, otros demandan que hagamos algo. Y si no lo
hacemos con el devenir del tiempo llegan a transformarse en bloques sólidos
infranqueables, en verdaderos muros que uno siente que no puede atravesar ni
superar. Y en ese no poder, nuestra vida se estanca. Y entonces nos quedamos
atorados en ese punto de la vida, y será ella la que imponga las condiciones
que seguramente nos disgusten.
Por tanto, si algo nos causa un
gran malestar y ese hecho es susceptible de tener un fin, hemos de promover ese
cambio de estado de las cosas o de coordenadas mentales con tal de acoger así
la oportunidad de llevarlo a cabo. Si no prepárese para ir a remolque de los
hechos.
Pero cambiar no es sencillo.
Abrirse a otras posibilidades comporta pagar un precio, no es gratis, por lo
que hemos de estar dispuestos a pagarlo.
El cambio, como trataremos más
adelante, exige el cumplimiento de condiciones que involucran un esfuerzo
sostenido de la voluntad.
Nos pide que aceptemos y
superemos nuestros miedos, que nos armemos de valor a pesar de todo, incluso a
pesar de todos, que realicemos una evaluación de la situación y veamos de dónde
partimos y a dónde nos dirigimos y cuáles son los caminos que hay para llegar.
Nos lleva a que estudiemos
concienzudamente todas las opciones que tenemos, a que discernamos qué
variables son relevantes y cuáles no, a que observemos incluso las que no están
y pueden emerger.
Nos lleva a interrogarnos sobre
lo que tenemos y lo que nos falta, sobre las áreas que todavía podemos mejorar.
Nos enseña la importancia de
establecer alianzas fructíferas con los demás, la necesidad de sopesar bien en
quien podemos o no confiar, en qué apoyarnos mientras estemos suspendidos en el
vacío.
Viene a retar nuestra
resistencia ante la adversidad, nos pide llevar a cabo una buena gestión
emocional de nuestros errores de modo que estos no nos hundan, a profesar un
optimismo inteligente, a que rectifiquemos la dirección emprendida cuando los
hechos demuestran que no es la correcta, a desarrollar una cierta tolerancia a
no obtener rápidamente lo que perseguimos, a que superemos nuestra frustración
e impulsos conservando intacta nuestra sensibilidad para percatarnos de que en
cualquier industria humana no hay garantías y que por tanto nuestros
propósitos, a pesar de nuestro denodado esfuerzo, pueden naufragar.
Sólo así nos daremos cuenta de
que para realizar un cambio nos tendremos que hacer previamente conscientes de
las estructuras que vamos a construir para superar ese obstáculo que interfiere
entre la realidad que tenemos y a la que deseamos llegar.
Y ello supone acoger una
creencia básica que nos lleve a dar el salto hasta alcanzar una situación
mejor, y que además queramos pagar el precio, asumiendo que podemos no
conseguirlo.
No hay nada escrito.
No hay nada escrito.
Aceptamos
que quizá no resulte fácil ni cómodo realizar un cambio, explorar nuevas
sendas, pero vea que difícil no es imposible.
¿Quedarse como está o probar a estar mejor? ¿Va a detenerse?
¿En serio?