¿QUÉ SE PUEDE HACER CUANDO NADA SE PUEDE HACER?
Hay vidas más sencillas que otras. Es una afirmación contrastable, bastaría con levantar la vista y echar una ojeada a nuestro alrededor. Hay personas que enfrentan un cáncer terminal, otras viven sometidas a las oscilaciones a las que les impulsa una ira que busca una salida, otras luchan denodadamente por salir a la calle sin sentir pánico, otras viven ancladas en un temor corrosivo por miedo a sufrir, a que otros les dañen, otras permanecen aprisionadas en vidas sobre las que la elección es ínfima, otras sufren una enfermedad crónica que les va profundizando en un cansancio físico y mental y creen que no pueden con una gota más de dolor, otras están muy solas, quizá hay gente, pero están solas, otras padecen el solo_yo_importo de algún otro y se van muriendo por dentro como se marchita una flor, otras subsisten sumidas en una desolación sin horizonte, tal vez sin trabajo desde hace mucho tiempo, ahondando en el convencimiento de que cualquier expectativa es una quimera