¿DECIDIR, NO DECIDIR? ¿SOBRE QUÉ?
Venimos equipados de serie para que nos importe decidir sobre aspectos que consideramos esenciales para nuestra vida. Es un modo de ejercer, o de intentarlo al menos, cierto control sobre nuestro entorno. Cuando las personas no deciden sobre aquello que consideran significativo, si sienten que no pueden controlarlo, aunque sea mínimamente, terminan por darse por vencidas y, en muchos otros casos, se deprimen Es fácil de entender: si yo creo, por ejemplo, que puedo cambiar de algún modo las condiciones adversas en las que vivo, trabajo, me relaciono, entonces emprenderé algún tipo de acción encaminada a mejorar mi escenario futuro. Sin embargo, si yo pienso que no hay nada que pueda hacer en ese sentido, entonces me inundará la impotencia y desazón y me quedaré quieto y cada vez más aislado, pues ¿para qué hacer nada cuando nada se puede hacer?. La desesperanza aprendida es una respuesta inmovilista a los retos ante los que nos enfrenta la vida. Pero entendamos que no se p