UNA PARED DE PIEDRA EN TU JARDÍN
En términos materialistas una pared de piedra es una pared de piedra para todo el mundo. Es un problema sólido si está en el jardín de su casa…
Si yo me he obstinado en que he de derrocar ese muro sólido a golpes de cabeza conozco las consecuencias. Me haré daño y además probablemente mi esfuerzo no sirva de mucho.
Otra opción es crear una alianza con Fulanito, que también siente un odio visceral por los muros, y me ayude a derribarlo, o mejor, que lo convenza para que golpee por mí. Pero quizá Fulanito ahora adora cualquier muro de piedra y, entonces, tenga que usar la fuerza para obligarlo. Aún así Fulanito puede negarse a ayudarme o si me ayuda pasarme la factura en el futuro, tal vez, levantándome otra pared en mi jardín. La dinámica que se crea es bastante negativa. Ojo por ojo…
También puedo lanzar al viento -esperando que alguien las recoja- mis quejas lastimeras, sentada en un banco: “¡Oh, esos muros de piedra te hacen la vida imposible, siempre tan inoportunos, no hay forma de que se olviden de uno y lo dejen de fastidiar, algún día tendría que haber un mundo sin muros de piedra amontonados uno sobre otro en los jardines de la gente, expulsarlos o perseguirlos…!”. De manera que “no es éste…” “son todos los que son como éste…” y así hago extensivo mi rechazo a todos los muros del mundo. Y el escenario se torna peligroso ya que puedo controlar lo que hago con ese muro pero no puedo controlar, cuando busco seguidores, las consecuencias que mi acción cause en los demás.
O tal vez, tome una acción sosegada y lo derribe poco a poco, sin hostilidad y con paciencia. O piense en nuevos usos para optimizar esa oportunidad que ha surgido en mi jardín. Adoro las flores, tal vez, esta primavera esa pared de piedras esté repleta de rosas que en su solidez suben buscando la mejor luz.
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Por MJPozo.