¡QUE NO TE DUELA, AMIGO!

ESCUELA EMOCIONAL by BCNpsi: ¡QUE NO TE DUELA, AMIGO!

Si estás vivo y amas en algún momento sufrirás, es inevitable.
Nuestro cuerpo es la morada física en la que el pasar del tiempo y las vicisitudes de la vida van dejando una huella indeleble sobre nuestra salud. Se rompen tejidos que se reparan, algunos órganos y funciones empiezan a dar complicaciones, su equilibrio se hace más frágil. De igual manera, cualquier impacto externo puede causar dolor en él. Igualmente, los que amamos están también expuestos a cualquier padecimiento, y esto también nos hace sentir dolor.
 Es lo que Buda llamaba el primer dardo con la siguiente frase: “el dolor es inevitable”.
La rigidez mental, el odio y el no querer ver la realidad tal cual es, harán que nuestra reacción a este primer dardo sea de rebeldía contra lo externo -los otros- o lo interno, contra nosotros mismos. Y éste es el segundo dardo.
Imaginemos que alguien tira al suelo una cáscara de plátano, no la veo y me caigo. En la caída un hueso del brazo se quiebra. Aquí tenemos el primer dardo: el dolor. En ese instante, aprieto la mandíbula fuertemente y empiezo a pensar en qué haría si apareciera ahora el culpable que me ha causado este malestar, probablemente le increparía con dureza en este momento (ira), no puedo ver otra cosa (rigidez mental) y me engaño respecto a la situación real pues mi odio y mis admoniciones no cambiarían un ápice lo sucedido.
Al reaccionar de esta forma, mi mente crea, en este segundo caso, un nuevo dolor allí donde había un daño circunstancial. La interpretación que realizo del suceso hace que este dolor se convierta en sufrimiento, y persista.  
Observemos cuando estamos disparando ese segundo dardo, ¿contra quién? ¿Por qué? ¿Nuestra ira hará que nuestro dolor cese? ¿Sólo vemos una parte y no el resto? ¿Qué no vemos? ¿Qué rechazamos ver?… En la respuesta a estas preguntas, está detenerlo a tiempo.

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