ENCARARNOS CON NUESTRAS EMOCIONES


ESCUELA EMOCIONAL by BCNpsi: ENCARARNOS CON NUESTRAS EMOCIONES

La vida es eso que nos va sucediendo y lo que moldeamos con ello. Es un fluir de circunstancias ante las que a menudo nos posicionamos emocionalmente. Unas nos gustan y corremos tras ellas y otras nos disgustan y nos hacen retroceder y querer evitarlas. Las emociones son un dispositivo muy sensato del que nos ha provisto la Evolución. Nos dan unas preferencias y aversiones, nos motivan para la acción y detonan los mecanismos hormonales necesarios para conseguir que tengamos energía para llevarla a cabo.
El problema es que no siempre surgen desde esa luminosidad que permite preservar la vida y adaptarnos mejor a ella, sino que también pueden emerger como reacción a un contexto condicionado, y en ese caso, su función se torna disruptiva y confusa. Podemos haber tomado demasiado café y haber dormido poco y esa mañana ir en el metro a hora punta. Quizá empecemos a sentir ahogo y ansiedad mientras nuestro corazón nos golpea con fuerza. Al día siguiente nada más bajar las escaleras del metro podemos empezar a notar que estamos mal. O tal vez, alguien en quien confíabamos decepcionó nuestras expectativas y nos sentimos heridos profundamente, de forma que nuestro umbral de tolerancia baja y nos volcamos inconscientemente a buscar signos posibles de deslealtad, de forma anticipada, en los demás. En estos casos, las emociones no señalan un camino constructivo ni coherente con el contexto.
Tenemos que encararnos honestamente con nuestras emociones. 
Aprender a detectar los patrones de activación fisiológica de cada una de ellas para reconocer en cúales estamos. Entonces, nombrarlas y ver cómo aparecen y se desvanecen. Preguntarnos cuál es su mensaje, si es consistente con la situación, o por el contrario, son emociones condicionadas por un temor que ha despertado el contexto y está condicionado. Buceémos en nuestro interior, en esa indagación nuestro lóbulo frontal ya ha empezado a atemperar el impacto de nuestras emociones, por lo que le seguirá la calma.

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María José Pozo