NO SON HÉROES SINO VÍCTIMAS

Cada tarde a las 8 les aplaudimos. Ciertamente, se lo merecen. Médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, limpiadoras, policías, ejército, panaderos, vendedores, reponedores, camioneros, conductores de bus...
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Pero quiero hablarles del personal sanitario, específicamente.
Ellos han elegido esa profesión. Su esfuerzo por salvar vidas no es algo nuevo, sino que es lo que vienen haciendo desde siempre. Lo que sucede es que muchos de nosotros no somos conscientes.
En mi caso, tuve a mi madre por meses en la UCI del Hospital Taulí de Sabadell y pude ver la dedicación de todos sus profesionales que con pocos medios consiguieron con su estudio, con su dedicación, con su trabajo persistente y entregado traerla nuevamente a la vida, cuando lo más fácil habría sido rendirse y que se diera su vida por ya hecha. No fue así, si ella dispone de unos años más es por el calor de ellos, por su empuje y perseverancia.
Por eso lo sé, no son héroes. Lo que hacen ahora es lo que siempre han hecho, velar por nosotros. Pero insisto, no son héroes sino víctimas.

Son personas que los distintos gobiernos han lanzado a la batalla sin protección con la que escudarse de algo que para ellos, con la carga viral, puede complicarse y llevarles a morir. Los han lanzado sin material de protección, sin equipos, sabiendo que ellos iban a admitir ese hecho porque su profesión es salvar vidas y funcionan desde esas coordenadas mentales.

Pero eso ya lo venían haciendo, no es nuevo.

Salían a quejarse, la marea blanca, a hacer manifestaciones reivindicando sus derechos, y mejores condiciones y nosotros no íbamos con ellos. Y eso fue un error, porque su bienestar, su vindicación redundaba en el beneficio de todos los demás. Pero vivimos muy deprisa y no nos da tiempo a estar en todos los sitios que quisiéramos, esa es nuestra justificación. Porque nos quejamos de que nos den cita para 6 ó 12 meses, del poco tiempo que nos dedica el profesional, o de lo que tarda en que nos toque la visita,  pero no tomamos la acción.

Con contratos basura la mayoría, haciendo turnos insufribles, con material y recursos insuficientes, supeditados muchas veces a directores que desconocen la labor asistencial de un hospital y son meros administradores colocados políticamente. Esa es su realidad. Todo el personal sanitario ya estaba siendo explotado antes de esta pandemia, al igual que otros muchos trabajadores.

Muchos viven aislados en sus propias casas, sin poder abrazar a sus hijos por temor a contaminarlos. Viven con el pánico de llevar la enfermedad a su casa y de que sus mayores puedan morir por esa razón. De hecho, ya está sucediendo. Se sienten abatidos, culpables, sin esperanza, incapaces de soportar un peso tan grande. Y es algo que se podría haber minimizando dándoles los EPIs que necesitan.
Sin embargo, y deberían ellos mismos pensar en ello, también su labor está salvando a muchas personas que de otro modo estarían desahuciadas.
El problema no son ellos, sino cómo se les ha enviado a la guerra, sin escudo con el que protegerse.

Ni tan siquiera a día de hoy, se les está haciendo tests para saber si están o no contaminados convirtiéndose así ellos mismos en un vector de contagio. Incluso ahora los gobiernos les están diciendo que si tienen síntomas, con una semana les basta de cuarentena y ala de vuelta al hospital. Y eso no es, porque pueden seguir contaminando. Pero les da igual. No tienen gente, les falta personal y mandan al que hay, sin importarles si la solución es peor que el problema que se intenta atajar.

Son víctimas, no hay duda. Muchos de ellos sufrirán después de todo un trastorno de estrés postraumático. Habrá gente que durante mucho tiempo no pueda volver a ejercer, otros dejarán la profesión. Otros en cambio seguirán en sus puestos, con sufrimiento y coraje intentando reponerse y sobre todo descansar. Descansar un poco. Salir de este estado de emergencia constante, de ansiedad, de alerta...

Volverán a su trinchera de siempre, que nunca abandonaron, pero no porque sean héroes, sino porque eso es lo que han hecho siempre, luchar porque la llama de nuestra vida no se apague...

Tal vez el aplauso les viene bien, pero quizá hay que ir un poco más allá del mero contentarse con juntar las palmas. Van a necesitar nuestro apoyo después, cuando salgan a la calle reclamando una sanidad decente, unos horarios razonables, unos sueldos dignos, recursos para nuestros hospitales. Entonces, tendremos que salir con ellos. No lo olvidéis.

Es muy fácil quedarse con la cancioncita de Resistiré y grabarse y colgar unos videos en casa explicando cómo llevamos el confinamiento. Pero esa actitud es pueril si solamente nos quedamos en ella.

La verdad es que está muriendo mucha gente, de todas las edades y especialmente viejos. Viejos que son los que nos han dado la posibilidad de llegar a la comodidad que ahora tenemos, que han sacrificado todo para que tuviéramos una vida mejor que ellos. Les debemos algo. No podemos dejar que la incompetencia y el oportunismo político de los que gobiernan nos separe como sucedió después del 15 M.

Saben que con una población dividida, enfrentada una contra la otra, ellos ganan.

Esta crisis está sacando lo mejor de la mayoría de nosotros. Los que no están a la altura son nuestros políticos, siempre perdidos en sus cálculos, con los que al final han conseguido que lo que podía haber sido mejor controlado se convirtiera en tragedia.
  
Queridos todos, tal vez este retiro sea adecuado para sopesar qué es lo importante, qué es lo que como persona y sociedad queremos priorizar. El precio de aprender muchas veces es muy alto, pero aprender te permite cambiar y lo que necesitamos sin duda es un cambio.