Me gusta, cuando camino por la calle, observar lo que sucede a mi alrededor. Las calles están llenas, escuchas, ves y callas. A pesar de la crisis la gente continua con su vida, con una anormal normalidad. Vivimos tiempos muy curiosos. Las diferencias sociales se expanden cada día un poco más alejando a las personas hasta casi situarlas en dos polos enfrentados entre sí, movilizados por el odio y el deseo de romper con todo y desestructurar el sistema a base de golpearlo una y otra vez. Siempre hay un chivo expiatorio, alguien a quien culpar, unos señalados que sustraen el bienestar de los demás para acapararlo todo. Vaya invento, esa historia es muy antigua. Unos cuantos se hacen con la mayoría de los recursos y reparten migajas al resto para que puedan ir tirando y además, tengan algo que no quieran perder, y a lo que agarrarse en su desesperación. No importa que usted tenga un trabajo de mierda, donde le reclaman un sinfín de títulos y experiencia para que después