UNA MIRADA A NUESTRAS DIFICULTADES

Nuestro comportamiento está muy relacionado con la visión personal del mundo que nos da nuestra percepción.
No reaccionamos a las situaciones en el vacío, el contexto es importante.

Los estudios dicen que nuestros cinco sentidos captan unos once millones de bits de información por segundo. Todo ello lo procesamos de forma inconsciente, de otra forma la respuesta sería tan lenta que nos pondría en peligro. Por tanto, no hay nada de malo en que una parte de los procesos mentales se den por debajo de nuestro umbral de consciencia.

La cifra de información en bits, como ven, es tan desorbitada que nos convencemos con facilidad de que no podemos abarcarlo todo. Conscientemente, solamente podemos procesar unos 40 bits por segundo, lo justo para encender una pequeña bombilla.
En su lógica, el cerebro funciona seleccionando un fragmento de la realidad, aquél que le parece más relevante para garantizar nuestra supervivencia.
Creemos que vemos el mundo tal como es y no es cierto, sólo vemos una parte, aquélla que nuestra atención ilumina con su foco. Simplificamos lo que hay con fines prácticos, para hacer más manejables las variables en las que nos movemos.

Cuando afrontamos los problemas, actuamos desde el mismo sesgo y les aplicamos el tipo de solución que nos da el mirar desde esa perspectiva concreta. Y el problema sigue ahí, siendo en verdad posible resolverlo.

Lo que sucede es que está mal definido en el sentido de que para llegar a la solución tendríamos que incorporar otros ángulos y visiones desde el que contemplarlo. En nuestra obcecación de ver sólo lo próximo, el contexto en el que se presenta, no los vemos. Y así nuestras soluciones se tornan disfuncionales.
Nosotros, a menudo, nos aferramos a modos de hacer, de definir, de entender las cosas. Nos agarramos a palabras que nos parecen firmes y a las que no somos capaces de renunciar. Nos fascinamos pensando que nuestra conducta ha de ser estable en un mundo donde todo es inestable. Con todo ello vamos adquiriendo una cierta rigidez que no se corresponde a la dinámica en que transcurre la vida. Necesitamos ideas más elásticas, engrasar el funcionamiento de nuestra atención de modo que sea capaz de generar una distancia de las cosas para poder desposeerlas de su aparato, para que así nos ayude a generar una nueva comprensión del asunto que nos preocupa.

Si nuestra atención sólo ve una parte de la realidad y es ciega para el resto, tendremos que ampliar el zoom, para obtener más visión de campo.

En esa nueva realidad, más completa, tal vez se encuentren nuevas oportunidades que hasta ahora éramos incapaces de ver. Hasta que seamos capaces de hallarlas precisaremos sostenernos en la confianza de que los vaivenes de la vida nos empujarán de aquí para allá, seguramente, y tendremos que sacar lo mejor de nosotros para que esa tensión externa no penetre en nuestro interior. Conservar la calma y saber esperar, haciendo. Siempre haciendo.

El hombre es un ser que se hace, en cada sí, en cada no, en cada uno de sus gestos.