REFLEJOS

A veces sentimos frustración, no porque en nuestra vida aparezcan problemas pues son un aspecto natural e intrínseco a la misma ya que toda existencia está plagada de surcos. 

Aunque es una cuestión de estilo, el lenguaje puede dulcificar el talante de cara a transitar estos pliegues. Así decimos que estamos en problemas, que se nos plantean inconvenientes o que enfrentamos desafíos. 

La cuestión es no entrar a funcionar en modo pánico, de ahí la importancia del ángulo que determina el lenguaje. Pero cuando decimos dulcificar, edulcorar es en este sólo sentido, no en el de distorsionar o negar que nos llevarían al autoengaño.

Por tanto, tropezar con piedras, esquivarlas, saltarlas, rodearlas e incluso caerse con ellas forma parte de la historia que uno se puede contar y sorprende en el sentido de que a veces uno no las ve.

Este es el caso de la desazón que nos produce el impacto de las palabras de alguien en quien creíamos, las expectativas desbaratadas, los platos rotos inesperados... porque a veces, el tiempo nos descubre que:

"nadie ofrece tanto como el que no cumplirá".
Y esto es así en muchos sentidos: en el personal, en el familiar, en el social, en el laboral...