Para saber dónde estamos es importante mirar de dónde venimos y por qué salimos de allí hacia otra parte. Igualmente, el dónde estamos implica a la vez el pensar más allá, en el futuro, por lo que si todo va bien ha de constituir una parte del camino que deseábamos transitar o con el que nos llegamos a sentir cómodos. Para analizar todo esto precisamos que nuestra mirada sea desprejuiciada, intentando que nuestras emociones no empañen la realidad para mejorarla o empeorarla. Igualmente, respecto a nuestras recriminaciones o expectativas, ambas nos van a devolver una imagen distorsionada del lugar en el que estamos. Por lo que estaría bien ahorrárnoslas, o arrinconar la voz interior desde la que surgen. Como la vida de cada individuo es una interacción con su entorno no podemos prescindir de dos parámetros para ubicarnos en unas coordenadas. Necesitamos como mínimo dos puntos: el primero sería cómo hemos llegado a ese cambio vital: si por nuestras decisiones o por las de otros